lunes, 17 de noviembre de 2008

El equipo técnico


Dirección:
Maky Arranz
Tutor: Eduardo (Bocha) Villar
Cámaras:
Hernán Montero (Sanchez)
Mario Martinho
Carlos La Torre (Subcomandante)
Edición:
Hernán Montero (Sanchez)
Mario Martinho
Asistencia de producción:
Maria Eugenia Languni
Músicos invitados: Judith, Lalo y Sebastián
http://judithlucena.blogspot.com/2007/06/msicos.html

Imágenes de Villa Río Bermejito











jueves, 13 de noviembre de 2008

Argentina: Tobas sustentables- febrero/2002

TOBAS SUSTENTABLES
El propósito de esta carta, es comunicarles que en la localidad bonaerense de Derqui, partido de Pilar, existe la comunidad Toba Qom. En un terreno cedido por la curia de la ciudad de Buenos Aires, viven 32 familias de origen toba que vinieron desde el Chaco buscando oportunidades para su cultura. Los tobas de Derqui viven casi aislados de cualquier plan social nacional o provincial, solo dos familias tienen trabajo y organizan una feria del trueque los días martes, jueves y sábados, en la que cambian sus artesanías por ropa y comida. Los tobas de Derqui, además, con mucho esfuerzo mantienen un comedor infantil; viven con una experiencia de comunidad admirable, en los últimos años construyeron todas sus casas de material con sus propias manos una por una y con materiales donados.Esa comunidad de esta tierra requiere de la ayuda de todos, las donaciones ya no aparecen por ningún lado y estaría bárbaro que por lo menos aumente su concurrencia a su feria de trueque o aquel que pueda colabore con algo mas, cualquier cosa servirá, el tiempo también.Yo los conocí después de viajar por muchas provincias y visitar gran cantidad de asentamientos aborígenes, tobos hacen un gran esfuerzo, muchos tienen algún subsidio y algunos de organismos internacionales pero los tobas de Derqui no tienen nada, solo a ellos mismos y su intención de seguir siendo dignos hijos de su tierra.En medio de tanto corralito y del ruido de las cacerolas no olvidemos que hay Argentinos que jamás supieron del corralito y tampoco tienen ollas para golpear.Es buenísimo estar informados, hagamos algo mejor que saber, los tobas de Derqui merecen lograr que su proyecto colectivo funcione, todos lo lograremos entonces.Por favor hagan lo que puedan. Los que quieran pueden comunicarse con Clemente Lopez al 02322-487389, el es el secretario de la comunidad o el cacique según sus costumbres; las ferias son los martes, jueves y sábados a las cuatro de la tarde , para llegar hay que ir hasta la estación de Derqui y preguntar como llegar. Si quieren mas información o los puedo ayudar en algo mi dirección de mail es javierbarbis@hotmail.com , ellos, no tienen computadora y mucho menos correo electrónico.Gracias.JAVIERGentileza de "Javier Raul Barbis" < javierbarbis@hotmail.com >http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2002rest/2002seg/cartas1/tobas19-2.html
TOBAS EN EL GRAN BUENOS AIRES
¡Dale aborigen!
Un asentamiento aborigen al costado de la Ruta 234, frente a un colegio católico. Sincretismo y mestizaje, heavy y música étnica. El NO se metió en ese mundo de jóvenes “qom” que nada tiene que ver con los estereotipos.Por Cristian VitaleLos tobas necesitan ollas de 50 litros, alimentos, sartenes y cubiertos varios. Para quienes quieran darles una mano, los teléfonos son (02322) 487389 (Clemente) y (02322) 487811 (Felipe).El sol pega fortísimo al mediodía en la Panamericana. Para llegar a Derqui hay que hacer más kilómetros de los que uno piensa. Hay que ir por lo menos hasta donde el paisaje comienza a descansar la vista. A serenar el alma atosigada de urbe. A los dos costados, el verde se torna cada vez más intenso... se entremezclan telos ruteros con autos 0 kaeme que llevan y traen a los que viven en countries. Prima cierta rémora de primer mundo a esa hora, en la Panamericana. Pero un giro a la izquierda –que la fotógrafa descubre de casualidad– nos devuelve a la realidad. No pasan mil metros pare reconfirmar que la Argentina es otra cosa. Estamos en el conurbano, ¡buscando una comunidad toba!, que alguien dijo que quedaba cerca de ahí, atrás de la menemista Pilar. La sensación, en esa ruta que ya no es autovía lisa sino pozos con un poco de asfalto, es que el sol es más horrible. A las luces de la riqueza y el confort le sucede lo oscuro de la pobreza. “Esto sí que es Argentina”, redunda el remisero, apelando al clásico de Sumo.–Señor, disculpe, ¿donde está el colegio Cardenal Copello?–El Colegio Copellooo... –un changarín entrado en años, se detiene y piensa bastante–. No che, ni idea.Cierto prejuicio occidental lleva a preguntar primero por ese colegio católico que, se supone, alguien tiene que conocer y no por lo que estamos buscando: un asentamiento de aborígenes puros, poblado por unas 30 familias del Chaco profundo, que está al costado de algún lugar de la Ruta 234, enfrente del colegio. Entonces, cambiamos la táctica.–Jefe, ¿tiene idea de dónde está la comunidad toba?–Sí, querido. Sí. Hacé 30 cuadras para allá –el mecánico señala hacia el oeste–, doblá a la derecha, cruzá las vías y te vas a encontrar con un basural. Buscala por ahí atrás. Creo que enfrente hay una escuela.Si algún tipo de romanticismo motorizaba esta nota, otra vez la realidad lo borra de un plumazo: a los indios tobas los mandaron detrás de un basural. Casi donde el diablo perdió el poncho y, encima, sin ningún río como el Bermejo cerca, para que los pibes puedan hacer lo mismo que sus padres en el Impenetrable: pescar.La comunidad nació en 1995, cuando el Obispado de Morón donó cuatro hectáreas de tierra a 32 familias tobas. Algunas habían llegado en 1989 de Chaco y Formosa. Estuvieron años trashumando por las villas más peligrosas del conurbano: Fuerte Apache, Ciudad Oculta, hasta que encontraron un lugar. Alguien les donó ladrillos, cemento, arena y cal, y ellos solos se construyeron 32 casas de material “estilo chaco” (así les dicen a los chalecitos de dos caídas). También se organizaron políticamente a través de una asociación civil llamada Qom lalamaqté, que lidera un cacique a la usanza tradicional.Acá, ahora, la actividad principal de los jóvenes tobas pasa por ver tele los sábados, jugar a la pelota los viernes, cazar pajaritos y, de vez en cuando, ir a bailar a las cumbiambas de Derqui o José C. Paz, a riesgo de salir con un puntazo en el hígado.Son las tres de la tarde, el sol ya está rabioso, y 14 niños, adolescentes y jóvenes qom están apoyados contra una pared. No hablan. Casi no se mueven. El más chiquito debe tener 5 años y el más grande 20. Uno tiene una gomera en la mano y de vez en cuando gira la vista en busca de algún pobre gorrión. Otro tiene una camiseta de River y una pelota bastante estropeada. Parecen santos. A la fotógrafa le cuesta nada guiarlos para el scratch. Salen así como estaban y como estarán por largo rato. Saben por sus padres que el sol comienza a molestar recién cuando hace 46 grados. “Los valores que nosotros les pasamos a nuestros hijos se basan en estudiar. Leer, escribir y después trabajar. Y no robar, eso lo tienen que tener bien claro”, dice Máximo, el cacique, que vivió en Fuerte Apache, antes de asentarse en Derqui. “No crea que son todos pobres en el fuerte yque tienen que robar por eso. Tampoco son ignorantes. Lo que pasa es que algunos trabajan y otros toman un rumbo más fácil. ¿Por qué ahora cada 15 días se inauguran cárceles, hay más fábricas de armas?”, dice.Dentro de la casa de Máximo, igual a todas las demás, hay un living con dos puertas abiertas. Una que da a la calle y otra, al fondo del barrio-comunidad que ellos llaman Daviaxaiqui. Adentro, Máximo hace descansar sus artesanías antes de ponerlas en el horno, y sus seis hijos se turnan para jugar a las cartas. Iván, el más grande, debe tener 18 y escapa a las fotos. Les tiene fobia. Parece que se ha enterado, en algún cruce interaborigen, de la humillación que significó para la patria indígena aquel retrato de Namuncurá con el traje del Ejército Argentino que recorrió el mundo como muestra del “éxito” de la Campaña al Desierto. El síndrome Namuncurá, sin embargo, no es general. No parece afectar a gran parte del resto de los adolescentes que viven en la comunidad.Marcelo y Marcos tienen 16 y 14 años. Son hijos del mismo padre –un toba puro llamado Omar– y de la misma madre, una correntina hija de paraguayos. Ambos son, a su manera, rebeldes. Claro que estudian, trabajan y no roban –además, parecen increíblemente buenos–, pero Marcos tiene una remera de Los Piojos, le encanta La Renga y aborrece el chamamé que escucha su papá. “Me aburre. Hasta el Chaqueño Palavecino me la banco, más no”, dice, con un poco de confusión estilística, pero muchísima seguridad. Y no sólo es antipadre. También aborrece la cumbia, que es la banda de sonido de la comunidad. A las cuatro de la tarde nadie duerme la siesta y de las casitas “estilo chaco” –comedor, cocina, dos dormitorios y baño– sale música de Leo Matioli, La Nueva Luna o Sombras. “No... no me lo banco. No me gusta eso”, insiste. A su hermano Marcelo, mucho menos rocker, sí. Fue él quien lo introdujo en el circuito de cumbiambas suburbanas de José C. Paz. Antes de que su padre Omar se los prohibiera, iban a Bonita o a Escombros, pero rara vez la pasaban bien. “Se armaba quilombo y a nosotros no nos gusta pelear –sostiene Marcelo–. Rajábamos. Era más bravo cuando se armaba adentro, porque no tenías para dónde irte y encima se metían los patovicas a pegar.” Marcelo y Marcos trocaron el peligro cumbanchero por la paz comunitaria.“Acá es tranquilo –destaca Marcos–. Cazamos pajaritos, miramos televisión, ayudamos en el comedor, o jugamos picados en la cancha, pero padres contra hijos, nada más. Porque antes venían de otros barrios y también se armaban peleas. Y de vez en cuando se arman bailes en la casa de alguien que tenga equipo de música, pero sólo entre gente conocida.” Los que tienen equipo de música y, sobre todo, computadora, pilotean la cultura salpicada y bicéfala de los jóvenes qom. La hija de Clemente, otro cacique, tiene una PC y ahí va todo el mundo –más o menos 100 pibes– a navegar por Internet. Marcos la quiere mucho, porque gracias a ella pudo acceder a un compilado de Los Piojos y a Detonador de sueños, de La Renga, que escucha todo el tiempo. “Me gustaría ver un recital de Los Piojos”, desea, pero se conforma con verlos por la tele. Marcos está en séptimo grado y Marcelo, en primer año. Van a la escuela a la mañana y por la tarde, al taller de la comunidad, una especie de escuelita bilingüe. La razón es que es necesario que sepan ambos idiomas, aunque parezca inútil: hace 8 años que no van a Chaco. Aman el monte y el río, sienten un orgullo enorme por ser tobas, pero están a mil kilómetros... más lejos que de un show de La Renga.© 2000-2007 www.pagina12.com.arRepública ArgentinaTodos los Derechos Reservados

Ser indígena en Buenos Aires Por Tomás Natiello

A través de la historia de uno de los Barrios Tobas de Buenos Aires es posible conocer las dificultades que implica vivir la propia cultura en el marco de las ciudadesCuatro hileras de 8 casas sencillas y de gran prolijidad; chicos que van y vienen entre las callecitas de tierra y en cada puerta un rostro aindiado que saluda con gesto respetuoso y amable. El lugar rebalsa tranquilidad y a juzgar por el silencio parecería desierto, pero en este barrio humilde de la localidad de Derqui, provincia de Buenos Aires, viven más de 160 personas, todo ellos tobas, que decidieron reunirse para formar un hogar, aún estando lejos de casa. Viviendo en una ciudad, estar en una comunidad es un poco como volver al Chaco, porque en el Chaco la gente siempre vivió junta, charlando, siempre buscando el bien para el grupo, así habla Clemente López, presidente de la comunidad Daviaxaiquí y así sienten las 32 familias que forman el barrio que ya va por su noveno año de vida. Sin embargo, esta historia tiene su origen a principios de los 80, cuando la falta de trabajo obligó a muchos aborígenes , y en general a muchos pobres, a emigrar en busca de mejores condiciones de vida. Así, algunos de los que hoy viven en Derqui dejaron la tierra de sus abuelos para establecerse en Buenos Aires. Después llegó el tiempo de reencontrarse y organizarse, de construir un barrio íntegramente toba. El origen. Para entender la historia del barrio hay que pensar en tres momentos: la llegada a Buenos Aires, el reencuentro con los hermanos del mismo pueblo y la organización. Pero qué mejor que los mismos hombres que vienen luchando juntos desde hace años para contarlo. Clemente López, Felipe Cerón y Máximo Jorge son tres miembros de la comunidad que suelen responder a reportajes para que la gente que lea un reportaje sepa como piensa y como vive el aborigen, que tenga información, según dijo Máximo. Felipe explica que lo que los trajo acá fue falta de trabajo en el Chaco y al no tener una tierra propia, uno emigra a las ciudades para buscar posibilidad de trabajo, ese es el problema actual que vive la comunidad toba. Eso y no tener el título de propiedad.El tema de la tierra es fundamental para los tobas y la falta de espacio es un problema grave que sufrieron tanto en Mataderos como en Ciudadela, los barrios en los que se asentaron estas familias al llegar a Buenos Aires. Instalados precariamente, no tenían lugar para que los chicos se criaran como en el monte, libremente. Y por otra parte, los padres no dejaban a los chicos andar de un lado a otro, porque había cosas que no nos gustaban dice y hablan de drogadicción , violencia, etcétera. Nosotros respetamos mucho y no queremos problemas, simplemente queremos mejorar , queremos trabajar, pero como comunidad, cuenta Máximo. Era algo un poco triste, - cuenta Clemente López- porque en ese momento los chicos que estuvieron con nosotros perdieron lo que es vivir en una comunidad, Y eso mismo es lo que decidieron formar en 1995.Entonces, dice Felipe todavía vivíamos en Mataderos, Ciudadela, pero había instituciones que acompañaban como Asociación Madre Tierra, del Obispado de Morón y el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen.. Y tuvimos todos los contactos e hicimos el trámite para tener la adjudicación de la tierra. Ellos firmaron un papel con nosotros y se hizo la mudanza a fin del 95, y después se iba mudando cada familia. En mayo del 96, el gobierno aprobó el proyecto de las viviendas por autoconstrucción. Nosotros no entendíamos el oficio de la construcción, pero acá nos capacitamos y aprendimos el oficio. Siete años más tarde, la comunidad Daviaxaiquí sigue soñando con nuevos proyectos y enfrentando realidades para nada simples. El presente: La subsistencia y la defensa de la cultura están íntimamente ligadas al trabajo. La comunidad vive de la venta de artesanías, ese es el único ingreso de la mayoría. Algunos salen los fines de semana a vender en las ferias de Buenos Aires y otros recorren colegios, donde además de la venta se dedican a la difusión de su cultura. Como explica Máximo, los chicos van a ser el futuro gobierno y nosotros siempre estamos a la par de los docentes, porque nosotros vemos que un libro cuenta otra cosa y al escuchar un verdadero aborigen tienen otra información más real. En Buenos Aires, los tobas de Derqui se sienten entre dos mundos, huérfanos de su tierra, pero tan cerca como nunca estuvieron de dar una educación a sus hijos. Y su intención es que los más jóvenes se integren a la sociedad mediante el estudio, que estén actiualizados, según ellos dicen, pero que no pierdan las raíces. Y para lograrlo, cada padre se toma el tiempo de hablar con sus hijos, de transmitirle la memoria de su pueblo y de enseñarle quiénes son, qué los distingue: lo comunitario, dice Felipe Cerón y el idioma, las tradiciones, agrega Clemente LópezVecinosEn Derqui siempre hay gente de visita. Desde la Fundación Agustín Pichot que donó árboles para cada una de las casas, hasta un equipo de enfermeros solidarios que brindan un servicio de atención médica gratuita. También una pareja de alemanes, profesores de tango y enamorados de la Argentina financian a través de las clases que dan en su país un proyecto para la construcción de una huerta comunitaria. Pero las visitas más importantes son las de los otros tobas que viven en Buenos Aires. Algunos están en General Pacheco, a norte de la Capital; otros en Dock Sud y La Boca; en Adrogué y en La Plata. A fines de 2002, algunos integrantes de cada comunidad se encontraron para un taller de capacitación legal dictado por la Asesoría Jurídica de Endepa en la propia comunidad Daviaxaiquí. Entonces, como ahora, estuvo flotando la idea de organizarse para convertirse en una federación de comunidades o alguna figura similar. En el fondo, es nada más que la continuación de esa necesidad que dio nacimiento a cada una de estas comunidades: lejos de casa, lejos de la tierra, la comunidad pasa a ser la referencia ineludible para seguir viviendo la cultura, también en la ciudad. Equipo Nacional de Pastoral Aborigen. difusion@endepa.org.ar Gentileza:: ENDEPA endepa@endepa.org.arhttp://www.paginadigital.com.ar/articulos/2003/2003sept/noticias9/3713-10.asp

lunes, 10 de noviembre de 2008

INTRODUCCIÓN DEL DOCUMENTAL

En la etapa previa a la proyección, ya podían verse en el web algunas imágenes del documental, la cuales pueden ser vista en el siguiente link

http://www.youtube.com/watch?v=tXAhfzqDvhw

"Soy Toba" en el X Festival Nacional de Cine y Video

WebPilar.com (07/10/2008). El video documental "Soy Toba", que tiene como protagonistas a los aborígenes que viven en Pte. Derqui - Pilar, fue elegido para proyectarse en el marco del X Festival Nacional de Cine y videos Documental y el II Congreso Nacional de Cultura.
El próximo 10 de octubre, a las 20 hs, el documental será emitido en el Centro Cultural Plaza Defensa (Defensa 535 – Bs. As.). El 11 y 25 del mismo mes se proyectará en el Centro Cultural de la UNGS (Roca y Muñoz, San Miguel) las 17 hs. El documental se podrá ver en el Museo Etnográfico "Juan B. Ambrosetti" dependiente de la UBA (Moreno 350 - Bs. As.) el 19 de octubre a las 16 hs. Otro de los logros del film es que fue aprobado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, para su presentación en el Congreso Nacional de Cultura, a realizarse en San Miguel de Tucumán entre los días 16 y 19 de octubre del corriente año. Asimismo, el documental fue seleccionado en Canal Encuentro para su programa "Culturas Originarias", por el cual será emitido en el próximo ciclo. Del mismo modo, el equipo de producción fue invitado a una entrevista para Telered de Moreno, a transmitirse el próximo lunes 13 de octubre. El video narra la resistencia del pueblo Toba que ha sido despojado de sus tierras, teniendo que sobrevivir en el Gran Buenos Aires o en su Chaco natal. La lucha por conservar su identidad, reconstruir su cultura y respetar sus derechos son algunas de las problemáticas presentes en el film. Fue realizado por María Sara Arranz (dirección y producción), Hernán Montero (cámara), Mario Martinho (edición) y dos pasantes de la Licenciatura en Comunicación, Carlos La Torre (cámara) y María Eugenia Languni (producción). Su producción llevó alrededor de un año y no contó con financiamiento alguno, sólo el esfuerzo y esmero de sus realizadores.